¡Hola a todos!
Ayer me tocó estar de homeoffice para atender a mi hija (de 9 meses menos 2 días), y montando mi oficina en la terraza, para estar en todo momento conectada a mi equipo, y también para poder disfrutar del día soleado, reflexioné para el post de hoy. En esta 9ª semana de confinamiento, vamos a hablar sobre algo que últimamente estamos viendo muchísimo en la farmacia y creo que es muy importante comentar.
Sabréis, porque lo he comentado en más de una ocasión, que la piel es el órgano más grande de nuestro cuerpo (2 m2) y tiene múltiples funciones indispensables para la vida. Nos hace de escudo protector frente a cualquier agresión (mecánica, química y física), nos regula la temperatura corporal, tiene una función inmune, sensorial, metabólica, detox y también estética. Además, como todo nuestro organismo está conectado, en momentos de estrés, cambios de temperatura, exposiciones solares, cambios drásticos en alimentación (…), en definitiva, cualquier cambio importante de suframos, siempre habrá una alteración en la piel asociada (aunque no la veamos).
Para entender mejor todo esto, os voy a hacer un símil. Me gusta comparar la piel con una orquídea, que es una flor muy delicada y sensible a la que cualquier cambio, por mínimo que sea, le afecta. Habrá días que necesitará un poco más agua (hidratación), otros habrá que cambiar el sustrato (la nutrición) y unos tendremos que alejar más la orquídea de la luz (fotoprotección). Pues con la piel pasa lo mismo, ya que es un órgano vivo, en cada momento tiene unas necesidades determinadas y por ello, tenemos que ir adaptando los tratamientos y los cuidados que necesita.
Y ahora en tiempo de coronavirus, estamos detectando muchísimas alteraciones en la piel, pero no solamente en personas de piel sensible (como yo), sino en personas que nunca habían tenido ninguna alteración de la piel y es algo que confirma lo que he descrito antes. Hemos observado descamaciones, rojeces, granitos, salpullidos, eczemas, picor, inflamación (…) y para tratar todos estos casos, antes de usar un fármaco, primero tenemos que apostar por un producto de higiene adecuado. Y aquí me refiero a que no vale cualquier producto de higiene que venga rotulado como “piel sensible”, ya que os aseguro como consumidora de este tipo de productos, no todos son adecuados para una piel sensible.
Tras esa higiene, necesitaremos una adecuada hidratación, para poder mantener esa funcionalidad de la piel, es decir, reforzar esa barrera. En otras palabras, ¿verdad que cuando nos pica la piel nos rascamos (aunque intentemos no hacerlo)? ¿Y tras ese rascado la piel se descama o se “pela”? Pues esa descamación se trata de una alteración en la barrera de la piel, que puede dar pie a infecciones bacterianas, a más picor, a rojeces, a manchas… básicamente a todo.
Y al hilo de las manchas, de tener una piel más protegida (no solamente la función estructural de la piel, sino inmunológica), hay que protegerse del sol. ES VITAL UNA ÓPTIMA FOTOPROTECCIÓN, no solamente para tener una piel sana (que es algo que queremos todos), sino mantenerla en su máximo esplendor (todavía no conozco a nadie que quiera tener un mal aspecto).
Y ahora que estamos con el tema del sol, quiero detenerme un poco aquí, ya que es otro tema que nos está preocupando mucho en estos días de confinamiento. Pensad que la mayoría de la población ha estado confinada en sus casas cual vampiros y ahora que sale el sol, van a él como lagartijas para aprovechar lo “perdido”. Y esto ha provocado una avalancha de rojeces, quemaduras, e inicios de alergias solares que estamos viendo estos días en la farmacia. Ya os digo, no os lo podéis imaginar. Pero para entender el porqué de estas lesiones, os quiero describir los 3 grupos en los que clasifico a la población según su concienciación con el sol (aviso: esto es producción propia).
En el primer grupo nos encontramos a los que piensan que el sol solo “te da” en la playa, solamente en los días claros sin nubes y que cuanto más moreno estés, más protegido estarás. Siento desmontar este falso mito, pero el sol “te da” en todas partes (playa o no playa), las nubes solo filtran el 10% de las radiaciones solares y la piel de un fototipo VI (tened en mente a Naomi Campbell) tiene una protección natural de 15 (vamos, nada).
Luego está el segundo grupo, en el que encontramos gente un poco más concienciada, que empieza a protegerse cuando sale a caminar un buen rato, pero que considera que para los 10 minutos de paseíllo (y en la sombra), para hacer un recado express no hace falta. Siento también desmontar este falso mito, ya que la piel tiene memoria y ahora se ha visto que tenemos lo que se llama la dosis eritematosa mínima (DEM), que no es otra cosa que la radiación que va acumulando esa piel necesaria para tener un eritema (rojez) en 24h. Y como digo, no todas las lesiones se ven en la capa más visible de la piel. ¡Imagínate las radiaciones solares que acumula tu piel a lo largo del año! Bueno… mejor no pensarlo porque te da algo y es mejor pasar a la acción con una buena prevención, que son los del último grupo.
En este tercer grupo, tenemos a la gente que está muy concienciada por el sol, ya sea porque han tenido un cáncer de piel (estadísticamente hay más casos de cáncer de piel que de mama), tienen a alguien muy cercano que lo ha padecido, les preocupa el aspecto de su piel (manchas, arrugas…) o porque tienen la piel muy sensible (ya sea por el tipo de piel, medicación…), entre otros. Este grupo se protege siempre que sale a la calle… pero ¿se protegen también en casa? Formulo esta pregunta porque hasta hace unos años, yo era de las que siempre me protegía cuando salía a la calle, pero tras leer un estudio del New England Journal of Medicine del año 2012, lo hago salga o no de casa en las zonas que no están cubiertas por ropa (adjunto la foto que impacta).

… Y eso me lleva al hilo de porque hay quemaduras solares y tantas alteraciones cutáneas en personas confinadas. ¡PORQUE LAS RADIACIONES SOLARES UV ATRAVIESAN LOS CRISTALES! Si amigos, mucho cuidado cuando estamos al lado de la ventana, en nuestros vermuts online, en el balcón, en la terraza (…), porque nos estamos achicharrando cual filete a la parrilla sin darnos cuenta y esto tiene consecuencias en el futuro. ¿Qué podemos hacer para revertir esto y no ir a más? Muy fácil: usar un fotoprotector adecuado para cada piel, con todos los filtros (ya no vale que lleven solo el UVA y UVB que protegen del 5% de las radiaciones solares) y más componentes importantes para calmar e hidratar la piel, a la vez que deberíamos preparar la piel con nutracosméticos para tener la piel protegida desde el interior.

Para todas aquellas personas que les preocupe este tema, en la Farmacia Tabar realizamos análisis de la piel para diseñar un ritual 100% personalizado, servicio que pronto volveremos a retomar próximamente (¡os avisaremos!).
Espero que os haya gustado este post… ¡y hasta el siguiente! ¡Mucho ánimo que ya queda menos para reunirnos con nuestras familias y amigos!
Cristina 😉
Un comentario en “helios”