¡Hola a todos!
Como algunos de vosotros ya sabréis, en agosto me convertí en mami y… la vida me ha cambiado 180 grados. Eso te lo dice todo el mundo, pero hasta que no lo vives, no te das cuenta del gran cambio en un montón de aspectos que eso significa. Yo no soy mucho de dar consejos (especialmente en algo que soy novata), pero si que me gustaría compartir mi experiencia por si a alguien le pueda servir.
Hoy me gustaría hablar de lo que para mi fue el embarazo. Un viaje que para muchas es un viaje apasionante y para otras (por pasarlo mal) no tanto (os aseguro que adivinaréis en que grupo me encuentro). También os digo, no hay 2 embarazos iguales.
A finales de noviembre me enteré que estaba embarazada, aunque yo ya lo intuía desde hacía días. ¿Cómo? De repente, un día me puse colonia y no pude aguantar la fragancia que desprendía (y eso que cada día me pongo la misma). También, me encontraba extenuada, me dormía en cada esquina (literal) y cada mañana me despertaba con un mareo y un malestar horrible. Con todo lo anterior no me quería hacer ilusiones hasta que no vi el test positivo (lo repetí 3 veces, es lo que tiene realizar al menos un triplicado de todo durante la tesis… jeje).
Muchos de vosotros sabréis que tengo el sistema digestivo MUY delicado con varias intolerancias alimentarias, colon irritable y gastritis (…) y eso fue uno de mis talones que Aquiles. En total fueron 22 semanas de vómitos, de tener problemas para comer (además tuve aversión por lo dulce y el chocolate) mareos y malestar general. Para encontrarme mejor, recurrí a unos probióticos geniales que aparte de que las digestiones no se me hacían pesadas, hacían que no tuviera gases y que fuera regularmente al baño. Para los vómitos, recurrí a un producto natural para regenerar toda la mucosa del esófago y para los mareos lo típico que dan a embarazadas junto con jengibre.
¿Cuál fue mi otro talón de Aquiles? Mi piel. Yo padezco de rosácea (aunque ahora está tratada y si no lo digo no se nota) y por el cambio hormonal, la piel se volvió todavía más sensible haciéndose MUY visible (como apunte, todos los que padecemos de esta enfermedad de la piel, tenemos problemas gastrointestinales… pero de esto hablaremos otro día). Una cosa que me sorprendió (para bien), fue que el cuero cabelludo se secó y solo tenía que lavarme el pelo 1 día a la semana en vez de cada 2 días, que es lo que hacía antes. Además del pelo, se secó toda la piel del cuerpo y para solucionarlo, me pasé a ducharme con oleogel, hábito que continúo haciendo cada día porque me encanta. Para evitar cualquier mancha de tipo hormonal, no salía de casa sin aplicarme un solar específico para el embarazo y… me funcionó genial. No tengo ni rastro de cloasma. Respecto a las estrías, probé unos 6 diferentes y encontré uno que ha hecho que no me salga ninguna (y eso que yo tengo estrías de antes) y que tampoco me picase la piel (algo muy habitual cuando la piel se estira). Por último, usé un jabón íntimo con prebióticos para evitar hongos y en los últimos 2 meses de embarazo me aplicaba una pomada íntima específica para que el tejido fuera lo más elástico posible y así conseguí que solo me hicieran 3 puntos.
Respecto a mi alimentación, lo vigilé todo muchísimo (no solo por las intolerancias sino para que nada le pudiera hacer daño al bebé). No comí nada que no estuviera pasteurizado (para evitar listeriosis), nada de embutidos (para evitar toxoplasmosis), nada de productos enlatados (todos estos tipos de productos contienen histamina y es una sustancia que está presente en los procesos alérgicos; también para evitar botulismo), nada crudo, el pescado siempre congelado al menos 48h (para evitar anisakis), la fruta y verdura muy limpia y nada de alcohol. Intenté controlar los alimentos de alto índice glucémico (para no tener picos de insulina), hacer 5 comidas al día y beber mucha agua. Con todo esto, hacer deporte (a partir de la semana 22 me permitieron hacer yoga, pilates y caminar mucho) y mis problemas gástricos, solo me engordé 7 kg (otro día hablaremos de mi postparto, que fue ideal, en gran parte por el poco peso que cogí).
Aparte de todo esto, utilicé un producto natural (apto a todos los públicos excepto trasplantados) para mejorar mis defensas con el que no me resfrié (y que sigo haciendo ahora). De hecho, lo hizo toda la familia como para protegerme y fue genial.
A partir del 3er mes de embarazo también tuve que cambiar mi rutina bucodental. Cambié la pasta de dientes y el colutorio (para que no llevasen nada que no podía usar) y además que fueran específicos para evitar inflamación de encías y sangrados. Al aumentar toda la circulación, siempre hay inflamación en toda la zona.
El dolor de espalda fue intenso en las últimas 4 semanas de embarazo y entonces recurrí a un magnesio especial para contracturas y dolor muscular que me fue de fábula, aparte de ir a darme masajes cada semana y seguir con mi rutina de pilates y yoga.
¿Y para el insomnio? La verdad es que no hice nada porque como estaba enganchada a unos libros tampoco me molestó en exceso… jeje.
Respecto el ritmo de trabajo… tuve que frenar. Cuando estaba de unas 10 semanas me recetaron reposo absoluto durante 1 mes (se me hizo muy cuesta arriba) y cuando estaba de 7 meses y pico el médico me dijo que volviera a frenar. Como entonces me encontraba genial, yo fui a trabajar hasta unos días antes de dar a luz y para matar las horas, estuve con el ordenador desde casa hasta 2 días antes.
Creo que no me olvido de ninguna de las rutinas que hice durante las 41 semanas en las que esperábamos a Candela. Ahora la miro y se me quitan todos los males, pero ha sido un viaje duro y muy intenso.

Si estás embarazada o si conoces a alguien que lo está, en la Farmacia Tabar te acompañaremos durante este viaje. Como he dicho al principio, no hay 2 embarazos iguales, pero el estar acompañada, siempre ayuda. Para cualquier duda que podáis tener, ya sabéis donde nos podéis encontrar.
Espero que os haya gustado este post (creo que es el más largo hasta ahora… jeje) … y ¡hasta la semana que viene!
Cristina 😉